por Mario Wellmann
Los seres humanos tenemos una visión muy sesgada de la "realidad". Por ejemplo, cuando pensamos acerca de nuestro pasado, tendemos a recordar más fácilmente las experiencias negativas que las positivas. Esta forma de sesgo cumple una función evolutiva, ya que esos recuerdos negativos nos ayudarán a evitar situaciones difíciles en el futuro y así aumentar nuestras posibilidades de sobrevivir. Sorprendentemente, la forma en que funcionan nuestros prejuicios cambia drásticamente cuando miramos nuestro futuro. Cuando se nos pide predecir lo que sucederá dentro de una semana o diez años, sobrestimamos la ocurrencia de eventos positivos y subestimamos los resultados negativos. Subestimamos nuestras posibilidades de divorciarnos o de sufrir de cáncer, y sobrestimamos el tiempo que pasaremos en el gimnasio o cuan talentosos serán nuestros hijos. Este fenómeno se llama sesgo optimista y es uno de los sesgos más consistentes y mejor documentados. Se define como "la diferencia entre las expectativas de una persona y los resultados que obtiene".1 En pocas palabras, si las expectativas de la persona son mejores que el resultado real, el sesgo es optimista. Los seres humanos no somos los únicos mamíferos que experimentan sesgos cognitivos: por ejemplo, existe evidencia que sugiere que, en condiciones específicas, otras especies exhiben conductas que pueden ser interpretadas como "pesimistas".2
Una de las tareas en las que hacemos predicciones desviadas de la realidad debido al sesgo optimista es la planificación de nuestro día a día. Por ejemplo, cuando se le pide a un grupo de personas que anticipen cuánto tiempo pasarán en el gimnasio las próximas dos semanas, su estimación es en promedio dos veces superior al tiempo que pasarán realmente ejercitando.3 Este fenómeno se llama falacia de planificación y también afecta la forma en que organizamos nuestras actividades diarias: completamos nuestras compras de supermercado o nuestros informes para el trabajo bastante más tarde de lo previsto.4-6 Quienes estudiamos en la universidad conocemos bastante bien este fenómeno, puesto generalmente subestimamos el tiempo que nos tomará prepara una prueba o terminar un trabajo.
¿Cómo podemos planificar con mayor precisión para poder establecer nuestras metas de una manera realista y terminar nuestras actividades a tiempo? Investigaciones recientes sugieren un ejercicio muy simple: desempacar o descomponer tareas. El desempaque consiste en descomponer una tarea en sus sub-componentes específicos.6 Por ejemplo, si estás programando tu tiempo de estudio para preparar un examen de cálculo, una buena idea será primero hacer una lista de todas las clases que debes estudiar, para luego descomponer esas clases en sus sub-tópicos, conceptos y procedimientos. Eso te dará una imagen relativamente específica de todo el trabajo que tienes que hacer para aprender los contenidos en el examen. Después de eso, podrías considerar las estrategias de aprendizaje que usarás para estudiar (recuperación de memorias, auto-explicación, intercalado, etc.) y considerar el tiempo que te llevará aplicar esas técnicas a tus contenidos. Por otro lado, si tienes que estudiar un libro o texto de filosofía, una buena idea sería descomponer este en sus capítulos e indicar cuantas páginas tiene cada capítulo, para así hacer una estimación realista de la cantidad de tiempo que te tomará leer el libro completo. Tener una imagen detallada de todas las sub-tareas que tienes que realizar te dará una idea más precisa de cuánto tiempo vas a dedicar, lo que le permitirá planificar en consecuencia y terminar tu trabajo a tiempo. Desempacar y planificar tus sesiones de estudio de acuerdo con estos métodos te llevará algo de tiempo. Sin embargo, también te hará más productivo y preciso, creando una sensación de satisfacción que impregnará tu tiempo de estudio y te motivará a seguir aprendiendo.
Muchos de nosotros hacemos listas con regularidad para seguir nuestro progreso hacia la consecución de nuestros objetivos. Personalmente, no solo quiero llegar a tiempo a mis compromisos o responsabilidades, también quiero ser lo más productivo posible. Si ya trabajas con listas y descompones tus actividades, te recomiendo que comiences a incorporar más detalles que consideren sub-tareas y obstáculos. Si no usas listas para descomponer tareas y deseas ser más productivo y preciso al planificar, te sugiero que comiences a desempacar hoy mismo.
Sharot, T. The optimism bias. Curr. Biol. 21, R941–R945 (2011).
Harding, E. J., Paul, E. S. & Mendl, M. Cognitive bias and affective state. Nature 427, 312–312 (2004).
DellaVigna, S. & Malmendier, U. Paying Not to Go to the Gym. Am. Econ. Rev. 96, 694–719 (2006).
Davydenko, M. & Peetz, J. Shopping less with shopping lists: Planning individual expenses ahead of time affects purchasing behavior when online grocery shopping. J. Consum. Behav. 19, 240–251 (2020).
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