por Mario Wellmann
“Quiero bajar de peso”, “me gustaría subir mis notas en la universidad”, “el lunes empiezo en el gimnasio”, “quiero sacar un puntaje alto en la PAES”. Todos tenemos deseos, fantasías e ideas acerca de lo que nos gustaría conseguir en el futuro. Lamentablemente, en la gran mayoría de los casos existen dificultades que nos impiden concretar esos deseos. Estos obstáculos pueden ser de muy variada naturaleza, desde limitaciones económicas a falta de tiempo. Sin embargo, con mucha frecuencia el obstáculo más importante no es material ni tiene relación con el tiempo: a veces, la única barrera es nuestra propia conducta1–5.
El estudio del establecimiento de metas u objetivos (goal setting) es una de las ramas de la psicología que ha tenido mayor impacto durante los últimos 30 años6. Décadas de investigación han permitido llegar a una conclusión clave en área: establecer objetivos es un requisito clave para cambiar nuestra conducta7,8. De hecho, resultados recientes indican que escribir nuestras metas personales genera un sentido de propósito en la vida, dándole dirección a las actividades del día a día y fortaleciendo nuestra identidad9,10.
Recientemente, las intervenciones educativas basadas en objetivos han ganado cierta prominencia. Las investigaciones en el área sugieren que los estudiantes que escriben sus objetivos, reflexionan acerca de ellos y escriben un plan para conseguirlos pueden mejorar su rendimiento académico más de un 20%8,11,12. Algunas de esas intervenciones han demostrado también mejorar el estado anímico de los estudiantes y aumentado las tasas de retención en carreras como negocios e ingeniería.
Para un estudio recientemente publicado, Schippers y colaboradores8 reclutaron 2934 estudiantes universitarios de la carrera de Business Administration, pertenecientes a cuatro cohortes distintas en una universidad Danesa. De esas cuatro cohortes, dos completaron una intervención basada en objetivos. La intervención consistía en tres etapas:
En la etapa 1, los estudiantes debían imaginar y reflexionar acerca de su futuro, indicando hábitos que les gustaría cambiar, cosas que les gustaría aprender, entre otros elementos. El resultado final de esta etapa era la descripción detallada de un futuro ideal, así como también la de un futuro no deseado. Esta etapa tenía una duración de entre dos y tres horas y debía llevarse a cabo en una sesión.
En la etapa 2, los participantes debían crear un plan para conseguir el futuro que habían imaginado en la etapa 1. Este plan incluía la creación de objetivos personales, sociales y académicos. Esta fase también requirió entre dos y tres horas, llevándose a cabo al día siguiente de la etapa 1.
En la etapa 3, los participantes hicieron un compromiso público con compañeros y profesores. Para ello diseñaron una declaración que capturara su plan en un solo objetivo (“Manejaré mi tiempo de manera más eficiente”, “Tomaré todas las oportunidades que se me presenten y conseguiré mis metas”) y la acompañaron de una foto profesional. El propósito de esta etapa era aumentar el compromiso con la meta, lo cual ha demostrado ser un componente fundamental para conseguir los objetivos deseados7.
Finalizado el primer año, los investigadores compararon los resultados de las cohortes control (sin intervención) y las cohortes experimentales (las que completaron la intervención). Los estudiantes que completaron la intervención basada en objetivos obtuvieron un rendimiento académico 20% superior y aprobaron más clases que las cohortes control. Uno de los resultados más relevantes de la investigación es la relación lineal entre el compromiso con la intervención y el desempeño académico: a mayor compromiso, mejor rendimiento académico. Específicamente, los análisis estadísticos indican que la calidad y cantidad de palabras que utilizaron los participantes para describir sus planes influye directamente sobre sus resultados académicos: a mayor cantidad de palabras en el plan y mejor calidad en el planteamiento de los objetivos, mejores resultados académicos. Aquello sugiere que el proceso de seleccionar, escribir y planificar nuestras metas personales está directamente relacionado con nuestro rendimiento académico8.
El trabajo descrito en esta entrada es una de las tantas investigaciones que demuestra que reflexionar, escribir y planificar para cumplir nuestros objetivos personales mejora nuestros resultados académicos8,9,11,12. Ten en consideración que no es necesario que escribas solamente acerca de tus metas académicas. De hecho, la literatura más reciente indica que llevar a cabo este proceso te beneficiará académicamente incluso cuando tus objetivos no tienen relación directa con tus estudios8. Considerando los resultados en investigaciones recientes, te recomendaría lo siguiente:
Imagina cómo sería tu futuro ideal en algunos años (dos a cinco años). Escribe con detalle acerca de él, indicando como te gustaría que fuese tu vida personal, académica, laboral, familiar y cómo te gustaría pasar tu tiempo libre. Indica también qué cosas te gustaría aprender y qué hábitos podrías cambiar o mejorar. También es una buena idea escribir con detalle cuál sería un futuro que te gustaría evitar (una mala versión de ti). Dedica dos a tres horas a este ejercicio.
Desglosa tu visión de futuro en 6 a 8 objetivos. Se específico(a.) Haz una lista con los obstáculos que podrías encontrar en el camino. Luego crea un plan de acción para conseguir esos objetivos. Dedica dos a tres horas a este ejercicio.
La literatura en psicología indica claramente que hacer un compromiso público aumenta la probabilidad de cumplir con nuestros objetivos. Por ello, escribe una oración a modo de compromiso que resuma tus metas y compártela con tus amigos.
Incorpora las acciones indicadas en tu plan en tu día a día.
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Sheeran, P. & Webb, T. L. The Intention–Behavior Gap. Soc. Personal. Psychol. Compass 10, 503–518 (2016).
Garza, K. B. How do we close the intention–behavior gap? J. Am. Pharm. Assoc. 58, 240–241 (2018).
Faries, M. D. Why We Don’t “Just Do It”: Understanding the Intention-Behavior Gap in Lifestyle Medicine. Am. J. Lifestyle Med. 10, 322–329 (2016).
Fennis, B. M., Adriaanse, M. A., Stroebe, W. & Pol, B. Bridging the intention–behavior gap: Inducing implementation intentions through persuasive appeals. J. Consum. Psychol. 21, 302–311 (2011).
Rhodes, R. E., Cox, A. & Sayar, R. What Predicts the Physical Activity Intention–Behavior Gap? A Systematic Review. Ann. Behav. Med. 56, 1–20 (2022).
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Epton, T., Currie, S. & Armitage, C. J. Unique effects of setting goals on behavior change: Systematic review and meta-analysis. J. Consult. Clin. Psychol. 85, 1182–1198 (2017).
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McKnight, P. E. & Kashdan, T. B. Purpose in Life as a System that Creates and Sustains Health and Well-Being: An Integrative, Testable Theory. Rev. Gen. Psychol. 13, 242–251 (2009).
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